Últimas semanas de clases
El lunes se esfuerza en aplastar mis ánimos clavando en mi espalda media el dolor de ocho horas de escritorio en la clásica mala postura que nunca pudieron quitarme desde el colegio, desde la escuela, desde la profesora de básico que amorosa me decía “sentate bien, ¿Qué es eso de echarse en el pupitre?”, casi la puedo escuchar todavía, ¿Qué habrá sido de ella?, la profesora Glorys Velasco de Sánchez, cargó conmigo todo básico y les aseguro que soportarme no fue nada fácil, de eso ya hace un buen montón de años, veinte para ser exacto, veinte años de las últimas semanas de clases con ella, la segunda madre de cuatro horas al día, cinco días a la semana, doscientos días al año, durante cinco años, mil días que hoy recuerdo y a través de este diario agradezco, tarde, pero muy sinceramente.
Si alguien la conoce, por favor, regálele un enorme abrazo de mi parte.
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