Estela
¿A quién se le ocurre escuchar jazz?
Con tanto trabajo que tengo y este mi vecino pone algo de Dizzie Gillespie, acordes tan disonantes que evocan en mi mente mis días de universitario cuando nada era armónico, había días en que tenía clases desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, y otros muy distintos en los que mi único oficio era rasgar las cuerdas de mi guitarra, mi guitarra, Estela, ella me acompañó en momentos difíciles, me enseñó a perderme en mis pensamientos, hoy está guardada en el armario del cuarto de atrás, en su funda, y mis dedos aprendieron a tocar otras cuerdas, soy tan desagradecido que no la busco porque no la necesito, pero no la necesito porque ahora estás vos, que sos la mejor cuerda que han pulsado mis labios.
Con tanto trabajo que tengo y este mi vecino pone algo de Dizzie Gillespie, acordes tan disonantes que evocan en mi mente mis días de universitario cuando nada era armónico, había días en que tenía clases desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, y otros muy distintos en los que mi único oficio era rasgar las cuerdas de mi guitarra, mi guitarra, Estela, ella me acompañó en momentos difíciles, me enseñó a perderme en mis pensamientos, hoy está guardada en el armario del cuarto de atrás, en su funda, y mis dedos aprendieron a tocar otras cuerdas, soy tan desagradecido que no la busco porque no la necesito, pero no la necesito porque ahora estás vos, que sos la mejor cuerda que han pulsado mis labios.
Estela sabrá comprenderme.
4 Comments:
Yo tambien tengo la manía de ponerle nombre a mis guitarras, tengo una que se llama Josefina y otra Sofía. Y a la cuerda que pulsa mis labios, bueno, le puso nombre sus padres, yo no, pero me encargo de los sobrenombres, jajaja.
Sí, bueno, mi otra guitarra se llama Fabiola, ¿A qué creés que se deba la manía esa de ponerle nombre a las guitarras?
Saludos.
Supongo que a la desobjetivacion del artista, nada es objeto, todo es sujeto, por lo tanto merece un nombre...
Salud
Claro, y como el objeto/sujeto entre tus manos se convierte en cómplice de tus locuras/delirios/inspiraciones, terminás poniéndole nombre... suena lógico.
Saludos.
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